La comisión ha reconocido que este acuerdo requiere la aprobación de
los parlamentos nacionales de los 28 países que forman la UE, puesto que
no se trata simplemente de un tratado de comercio (intercambio de
bienes y bajada de aranceles...) sino que, tal y como veníamos
reclamando en las campañas y plataformas NOTTIP de toda Europa, afecta
directamente a competencias exclusivas de los Estados; pero a pesar de
ello la Comisión insiste en que el tratado comercial entre en vigor
antes de ser aprobado por los Parlamentos Nacionales de cada uno de los
Estados que forman la UE.
Estamos en el peor escenario posible: la Comisaria de Comercio de la
UE Cecilia Manstrom y el Presidente de la Comisión Europea Junkers,
declaraban hace unos días que el CETA era un tratado de competencia
exclusiva de la UE, por lo que no tenía que ser ratificado por los
parlamentos de los 28. Ante la resistencia de algunos países que no
apoyan este planteamiento, la Comisión lo declara Mixto pero de la peor
forma, con entrada en vigor inmediata previo paso por el Parlamento
Europeo.
De nada nos sirve tumbar el TTIP si el CETA entra en vigor, pues las
consecuencias de su aplicación son idénticas a las del TTIP:
armonización a la baja de los estándares europeos, desregularización del
mercado laboral (el derecho de sindicación y de negociación colectiva
no están suficientemente explicitados en el Tratado). No es casualidad
que Canada no ratifique todos los convenios de la OIT. Por otra parte,
la llamada “lista negativa” (standstill en los textos) recoge que los
Estados deben elegir una lista limitada de servicios que no quieren que
sean privatizados.
Todos los demás, incluyendo los futuros, estarían abiertos a
competencia extranjera y a una posible privatización, por lo que
difícilmente se volverían a gestionar públicamente por su alto coste.
La entrada en vigor del CETA traería consigo la exportación de
transgénicos, la eliminación del REACH (desregulación de sustancias
químicas), una mayor duración de las patentes farmacéuticas, entre otras
consecuencias, como la entrada de las multinacionales de la energía
canadienses con la consiguiente aprobación del fraking, las arenas
bituminosas… frenando el desarrollo de las energías limpias de carácter
local y aumentando, de esa forma, las emisiones de CO2. Con la
aprobación del CETA, las multinacionales estadounidenses podrían operar
en Europa, a través de sus filiales canadienses porque el CETA es el
caballo de Troya de un posible TTIP fallido.
En este contexto, tras la decisión que adopte el Consejo en su
reunión de septiembre, con la aprobación del Parlamento Europeo será
posible aplicar provisionalmente CETA a partir de octubre.
La entrada en vigor inmediata va a tener consecuencias devastadoras
si no podemos detenerla, ya que aunque posteriormente sea rechazada por
alguno de los Parlamentos de los 28 Estados, con la consecuencia de la
suspensión de su aplicación, en el tiempo vigencia se habrán cambiado
normativas y privatizado servicios públicos que difícilmente podrán
volver a ser revertidos debido al alto coste que ello supondrá para el
erario público.
Es necesario que en septiembre las distintas plataformas anti
TTIP-CETA-TISA coordinadas a nivel europeo, deberíamos hacer un esfuerzo
de movilización (en la que la CGT debe estar movilizada y participando
en todo el Estado) en denuncia directa a la Comisión Europea y al
Consejo de septiembre para que no se apruebe esta barbaridad. Así como
presionar para que el nuevo Parlamento vote una propuesta de urgencia
declarando que el Estado Español votará en contra en el Consejo de
septiembre.
Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT
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